Cada 9 de abril, Colombia conmemora el Día Nacional de la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado, un espacio para recordar y honrar a millones de colombianos que han sido víctimas de la violencia. Este día es un llamado a la reflexión y al compromiso con la verdad, la justicia y la reparación integral, elementos fundamentales para la reconstrucción del tejido social y la construcción de una paz duradera.
La reparación integral, en sus múltiples dimensiones, ha sido un instrumento clave para restablecer derechos, sanar heridas y permitir que las víctimas retomen sus proyectos de vida. La justicia debe ser completa, debe incluir la búsqueda de la verdad, el esclarecimiento de los hechos y responsables, sin que la impunidad siga alimentando el sufrimiento y la violencia. No se trata solo de restituir bienes materiales, sino de garantizar que la memoria histórica de que lo sucedido no se diluya, y que, en su lugar, surjan procesos de reconstrucción colectiva que fortalezcan la paz.
Es precisamente en este contexto que el Programa Desarrollo y Paz del Cesar-La Guajira se une a esta conmemoración, llevando la voz de las víctimas hacia los espacios donde se toman las decisiones que deben garantizar la justicia. Pero no en un acto aislado; es un proceso que involucra a toda la sociedad, en especial a las instituciones encargadas de hacerla cumplir. Cuando estas fallan, la impunidad se instala, y con ella, el ciclo de violencia se perpetúa. La ausencia de justicia da lugar al deseo de «hacer justicia por mano propia», lo que solo reproduce la violencia y profundiza las heridas sociales.
El compromiso con los defensores y defensoras de derechos humanos es esencial. Ellos y ellas son quienes, con valentía y persistencia, luchan por la justicia, alzando la voz de las víctimas incluso en medio del riesgo y la persecución. Cuando la justicia se retrasa o se le niega a las víctimas, no solo se les priva de su derecho a la reparación, sino que también se socava el bienestar de toda la sociedad. La impunidad no solo impide la sanación de las víctimas, sino que perpetúa el ciclo de violencia y desconfianza, minando los cimientos de la democracia.
Desde el Programa Desarrollo y Paz del Cesar-La Guajira, reafirmamos nuestro compromiso de seguir trabajando por una Colombia en paz, en la que las víctimas sean verdaderamente reparadas y sus voces se conviertan en un faro de esperanza para las generaciones venideras.
Nos unimos a esta conmemoración con un fuerte canto de justicia para que las voces que construyen paz se amplifiquen hasta poder encontrarnos en una composición que promueva la restauración, la solidaridad y la vida querida de las personas víctimas.